Observemos a lo que tenemos a nuestro alrededor en el planeta Tierra…
- Desde un neutrino a un átomo.
- Desde un átomo hasta una molécula.
- Desde un ser unicelular a otro pluricelular.
- Desde los más simples hasta los más complejos.
- Desde un vegetal a un animal.
En todos los casos son seres vivos con características muy parecidas, tanto en los unicelulares como en los pluricelulares. Si nos fijamos más, de manera concreta, vemos una relación de existencia, desarrollo, aparición y formación, entre cualquier ser vivo y el clima y los nutrientes que se encuentran en las distintas zonas del planeta. Tanto el animal como el vegetal, cuya diferencia más acusada es la del poder de la traslación, han ido amoldándose para la supervivencia, en los lugares donde han aparecido las circunstancias apropiadas, en un principio de manera espontánea, posteriormente dirigiéndose a las zonas más idóneas para su desarrollo, según fue cambiando la climatología en las distintas etapas geológicas de la Tierra.
Cuanto más evolucionado es el ser vivo, mayor complejidad aparecen en sus estructuras. Todos sus sistemas, tejidos y órganos, dependen unos del funcionamiento de otros. De hecho, en el ser humano, el fallo de uno de ellos puede con facilidad provocar el fallecimiento del individuo. Un ser vivo cuanto más pequeño es, más facilidad tiene para realizar los cambios pertinentes para modificar sus estructuras, en fin, para amoldarse al nuevo ambiente y sobrevivir.
Los seres pluricelulares, en principio, fueron buscando la manera más conveniente, para que el resultado fuera eficiente para todos los sistemas de supervivencia. La forma en que se fueron colocando sus células fue ocupando volumen, es decir en tres dimensiones. O sea, tubulares o esféricas y sus distintas formaciones irregulares.
Las de la parte externa formaron estructuras epiteliales, pero ya no pudieron formar parte de ninguna otra. Y reforzaron la estructura de la membrana celular. Las que quedaron en el interior asumieron todas las restantes funciones.
Las estructuras internas, como las encargadas de la nutrición y reproducción, fuero las primeras que tuvieron que ir modificando y amoldándose a su nueva existencia. Si no se nutre el individuo muere, si no se puede reproducir, muere la especie.
Fueron apareciendo modificaciones en el sistema digestivo, distribución de los nutrientes por un sistema circulatorio incipiente, un sistema locomotor más complejo, lo mismo que el respiratorio, se produjeron aberturas en el tejido epitelial para solucionar la entrada de los alimentos y salida de los desechos sólidos, un sistema excretor de residuos líquidos y… Las células con las moléculas capaces de diferenciar las ondas, tanto luminosas, como acústicas, y sensaciones como olfativas, gustativas y tactiles, se fueron evolucionando hasta alcanzar el desarrollo óptimo para cada especie. Con todo lo conseguido poco a poco, se logra una mayor supervivencia en todas las especies, llegando al estado actual
Los seres que viven en el mar, al estar protegidos de las inclemencias climatológicas de la atmósfera, de los que viven en tierra firme, tuvieron mayores oportunidades para sobrevivir, cuando se produjeron los cambios geológicos en el planeta. Y cuanto más pequeño, el ser vivo mejor. Ya que la posibilidad de mutación en seres unicelulares es más sencilla y menos compleja que en pluricelulares.
Tanto en la hidrosfera, el mar, ríos, lagos, como en la litosfera, tierra firme, como en la atmósfera, todos los seres vivos que en el planeta existen, se encuentran en perfecta armonía y equilibrio equilibrio. Bueno, todos menos uno. Y todos sabemos quien es: el ser humano.
Pues ánimo. Mejorar la alimentación, menos contaminar la atmósfera, los mares y la litosfera. Pero sobre todo las relaciones con nuestros prójimos. Amar a todo lo existe en el planeta y a todo el Cosmos.