Sexta entrega de la serie de artículos de auriculoterapia iniciada con
Auriculoterapia (1/11). En esta encontraremos las secciones:
- Auriculoterapia (6/11). Reconocimiento auricular.
- Reconocimiento auricular.
Reconocimiento auricular
El primer contacto con la oreja de un paciente siempre es visual y compararemos la anatomía de una oreja con la otra. Esto nos proporciona una amplia perspectiva de las posibles deformaciones que puedan existir. También comprobaremos que nunca una oreja es igual a la otra.
Posteriormente anotaremos todas las anomalías epiteliales que aparezcan. Nos ayudaremos de una linterna para iluminar mejor las zonas escondidas. En las fichas de los pacientes deberán estar dibujadas las orejas, y en ellas iremos señalando todas las anomalías que hayan aparecido. Será muy útil utilizar, si disponemos de ello, de realizar una fotografía digital de calidad para tener la imagen tal y como es en ese momento.
En el reconocimiento visual podemos apreciar algunos colores, que son característicos dentro de unas afecciones determinadas:
- El rojo nos indicará afección del aparato circulatorio.
- Zonas oscuras o negruzcas cuando sea el riñón el afectado.
- Blanquecino cuando sea el aparato respiratorio.
- Amarillento si es el bazo o el páncreas.
- Azulado o verdoso cuando sea el hígado.
Estos colores están relacionados con los 5 elementos tal y como explicamos anteriormente en su capítulo.
Además de colorear la zona refleja, del órgano afectado, puede iniciar un desplazamiento la coloración hacia otras zonas, a las que afectará energéticamente, transcurrido un tiempo.
En el reconocimiento visual de las orejas, debemos fijarnos siempre si existe algún tipo de malformación en ellas. De existir, en la oreja que consideremos normal, pondremos todo nuestro interés: después intentaremos reconstruir de forma mental, la anatomía de la oreja normal en la otra, y relacionar sus deformaciones con la anatomía corporal.
Si en una parte de nuestro organismo existe un desequilibrio, la parte refleja de la oreja se hace sensible a la presión, notando dolor al presionar sobre ella. Este hecho se comprueba provocando, en cualquier parte de nuestro organismo, un estímulo que nos produzca dolor; posteriormente, al ser retirado el estímulo que provocara tal sensibilidad en la oreja, desaparece el punto doloroso.
A continuación pasaremos a inspeccionar la oreja de forma táctil. Con las yemas de los dedos, una en la parte anterior y otra en la parte posterior, iremos presionando y así se podrá preciar si existe alguna zona más sensible al dolor que otra.
Para determinar la existencia de un punto doloroso con más precisión, nos ayudaremos de un tetón o varilla de punta roma y pulida, con el que iremos presionando toda la superficie auricular. Es conveniente comenzar siempre por la concha, zona más sensible a la presión y también más significativa, en cuanto en ella se encuentran reflejados todos los órganos del tronco.
El palpador es un aparato, empleado en los reconocimientos, que funciona por presión. Es una punta metálica y roma a la que se le han acoplado un sistema de muelles, mediante el cuál podemos ir ejerciendo una presión homogénea. Hay palpadores con muelles intercambiables de diferentes resistencias a la compresión, esto permite utilizar unos u otros dependiendo la sensibilidad de cada paciente, comparando puntos sensibles al dolor con diferente tipo de presión.
Palpador auricular
La punta de un estimulador eléctrico puede servir de palpador, ya que suele tener el sistema de muelle ya comentado. Normalmente disponen de unas puntas intercambiables romas; una para auriculoterapia y otra para acupuntura corporal.
También se puede utilizar como palpador, cualquier instrumento de punta fina pero roma, que aunque no lleve un sistema de muelles, la experiencia del terapeuta hará que la presión ejercida sea siempre uniforme en cada exploración y adaptada a cada paciente.
Búsqueda de los puntos dolorosos.
Con los dedos índice y corazón de la mano izquierda (o de la mano no dominante) apoyados en la parte posterior de la oreja haremos presión y estiraremos la piel con la ayuda del pulgar, para tensar la zona a inspeccionar. Con la mano derecha (o dominante) asiendo el palpador realizaremos una presión uniforme y deslizamientos cortos (de aproximadamente dos o tres milímetros) en zigzag. Una vez localizado el punto, presionaremos con más intensidad en él, para provocar la aparición de un hundimiento (casquete esférico) que permanecerá durante unos segundos, lo que nos permitirá tener tiempo suficiente para estimular el punto.
Una vez localizado el punto, presionaremos con más intensidad en él, para provocar la aparición de un hundimiento (casquete esférico) que permanecerá durante unos segundos, lo que nos permitirá tener tiempo suficiente para estimular el punto.
La detección de un punto sensible, por medio de un palpador, en la oreja, viene condicionada por la percepción subjetiva del paciente, y es sin duda, variable entre uno y otro.
Si empleamos en el reconocimiento aparatos electrónicos, que nos den con claridad la cantidad de desequilibrio energético de cada punto hallado como sensible, podremos perder la dependencia de la apreciación particular de cada paciente.
Los puntos detectados sensibles en un reconocimiento, que aparecen en el pabellón auricular, sólo pueden aparecer cuando existe una afección energética en el organismo. El pabellón auricular de una persona equilibrada energéticamente nunca podrán dar reflejo de puntos sensibles.