Tercera entrega de la serie de articulos de auriculoterapia iniciada con
Auriculoterapia (1/11). Encontraremos las secciones:
- Auriculoterapia (3/11)
- Los sentidos corporales
- Anatomía de la oreja
- Inervación
Los sentidos corporales
El hombre dispone, como todos los mamíferos, de los mismos medios para poder relacionarse con el mundo que nos rodea: los sentidos corporales. Además de poseer éstos, tiene el privilegio del raciocinio.
El tacto, oído, gusto, olfato y vista, son los sentidos a los que se les encomienda la percepción de los estímulos, que nos llegan del exterior y transportarlos a través del sistema nervioso hasta el cerebro, donde son analizados, almacenados y relacionados.
Toda nuestra existencia tiene dependencia de la cantidad de percepciones sensitivas que se han ido acumulando en nuestro cerebro; por medio de ellas podemos llegar a distinguir tonos y matices, llegando a alcanzar una gran sutileza, al poder comparar unas con otras.
Se comprueba con facilidad la existencia de una intercomunicación entre nuestro organismo y el sentido corporal, al percibir un estímulo.
Esta comunicación se ve confirmada, por la aparición refleja de todo el cuerpo humano, en la zona donde se halla situado el sentido corporal. Este reflejo no se produce en el lugar exacto de la localización de mayor concentración de células sensitivas, sino en la parte más representativa y vistosa del sentido corporal.
El conocimiento de esta reflexología es anterior al cristianismo. En el Nei king (libro clásico de la acupuntura china), se recogen datos sobre la oreja, siglo IV a.C., relacionándola con diferentes partes del cuerpo; así mismo, también hace mención a la relación de la oreja con los canales de energía yin y yang y cómo se comunica con ellos, con los yang de forma directa, con los yin por medio de vasos secundarios.
Como parte representativa de los demás sentidos está: el iris (de la vista), la nariz (del olfato), la boca (del gusto), las manos y pies (del tacto).
Los tratamientos que directamente se pueden llevar a cabo empleando estas reflexologías son: auriculoterapia (oreja), rinoterapia (olfato), facioterapia (gusto), manoterapia, podoterapia (tacto) y la iridiología (iris).
Cuando se desea practicar una terapia directa, mediante la utilización de agujas, de las comúnmente empleadas en acupuntura, se obtienen las siguientes terapias: auriculopuntura, rinopuntura, faciopuntura, manopuntura y podopuntura.
Anatomía de la oreja
La oreja es un cuerpo cavernoso, cartilaginoso y elástico, de forma ovalada, con el eje mayor en sentido vertical, y horizontal el menor, siendo la parte más ancha del óvalo la superior. El eje mayor suele tener una media de 6 a 7 cm. de longitud, y eje menor de 3 a 4 cm. En la oreja podemos apreciar una cara anterior y otra posterior, siendo la más visible la anterior.
Se encuentra situada a ambos lados de la cabeza, por delante de la región mastoidea, por debajo de la zona temporal, y ligeramente posterior a la articulación temporo-maxilar.
Es una lámina replegada sobre sí misma, en la que su parte central coincide con el orificio de entrada del oído medio y forma en sus repliegues estructuras cartilaginosas en sentido circular.
Está unida a la cabeza formando casi una circunferencia perfecta, visible sólo por la parte posterior; en la anterior, la unión queda algo más desdibujada por la incorporación de un apéndice triangular y cartilaginoso, llamado trago.
En la cara anterior de la oreja encontramos en la zona central, una excavación de forma semicircular, la concha. Está cruzada en su parte media por una elevación, que la divide en dos partes: superior (concha cymba) e inferior (concha cava), esta última con continuidad al conducto auditivo. El resto de la estructura auricular está íntimamente ligada a la concha, ya que se desenvuelve toda ella en formas más o menos circulares y siempre alrededor de la misma. Las zonas más importantes que rodean la concha son : hélix, antehélix, trago, antitrago y por debajo de todas ellas el lóbulo.
El hélix nace en la elevación situada en la zona central de la concha (raíz del hélix), y en forma semicircular recorre toda la zona periférica y superior de la oreja, descendiendo y acabando al llegar al lóbulo (cola del hélix). En casi todo su recorrido el hélix se curva hacia la parte inferior, formando una espacie de oquedad semicilíndrica y curvada (garganta del hélix).
El antehélix es casi concéntrico al hélix, siendo su superficie más plana. Nace en la parte cercana a la cola del hélix y llegando a la zona superior se divide en dos ramas de forma triangular, delimitando una depresión (fosa navicular o triangular). Una cornisa sobreelevada separa el antehélix de la oquedad de la concha (cornisa del antehélix). Desde esta cornisa se desciende hasta la concha (cava y cymba) por el muro del antehélix, que adquiere distinta forma en su descenso dependiendo del tramo de la cornisa inferior , media o superior.
El trago está situado por delante de la cara anterior de la oreja, por debajo del hélix y por encima del lóbulo. Es de constitución cartilaginosa y de forma triangular.
El antitrago, situado frente al trago, comienza en el antehélix y con una ligera curvatura hacia arriba: desciende rápidamente hasta llegar casi a conectar con el trago, están separados ambos por la incisura intertrágica. Es forma convexa, de superficie lisa y con la base hacia delante y hacia abajo.
El lóbulo representa la parte inferior de la oreja. Es de forma semicircular, con la curvatura hacia abajo y su diámetro unido sin solución de continuidad con el trago, antitrago, incisura intertrágica y hélix. Es por completo de constitución carnosa, siendo en pocas ocasiones, cuando puede aparecer alguna zona endurecida en la parte superior y cercana al antitrago.
La parte posterior de la oreja dispone de una superficie, en la que se encuentran zonas, que pueden ser tratadas de igual manera que en la anterior. Lo que concavidad en una, convexidad en la otra, reborde en una, depresión en la otra. La mayor parte de la concha es inaccesible desde la parte posterior. De manera más aglutinada y con menos superficie se encuentran las mismas zonas reflejas que en la parte anterior, Una acción combinada de ambas caras será lo más aconsejable. En pacientes sensibles al dolor, se podrá alternar una y otra cara en el tratamiento.
Después de haber visto muchas orejas y podido comparar unas con otras, nos damos cuenta de las distintas configuraciones existentes, con características muy particulares en cada individuo.
Estas observaciones nos llevan siempre a una mejor localización del cuerpo humano en el pabellón auricular. Tenemos que tener presente las variaciones anatómicas de la oreja que existen entre una y otra persona.
Inervación
El reflejo del cuerpo humano en la oreja, adopta la misma posición que tiene el feto en el claustro materno. La cabeza en la parte inferior: el tronco ligeramente encorvado y las extremidades superiores e inferiores replegadas sobre él.
A pesar de la poca superficie de la oreja, está inervada por tres importantes nervios: el neumogástrico (vago), el nervio trigémino (3ª rama), estos dos pertenecen al tronco encefálico, y el plexo cervical superficial, perteneciendo éste al bulbo raquídeo.
Es de resaltar la particular relación existente entre los nervios auriculares y las zonas reflejas del organismo:
- El nervio vago (neumogástrico) la concha cava y cymba. Este nervio cuya labor desde el tronco encefálico es la de inervar los órganos de la caja torácica (pulmón y corazón) y abdomen con función digestiva (estómago, bazo, páncreas, hígado, vesícula, intestino grueso y delgado), tiene relación con la superficie de la concha. Es, por tanto, en ella donde se encuentran reflejados estos órganos y vísceras.
- El nervio trigémino inerva la parte superior del hélix, todo el antehélix y el antitrago. La zona inervada por éste, representa la localización de todo el aparato locomotor y función urogenital (riñón, suprarrenal, uréter, vejiga, próstata, uretra y órganos sexuales internos y externos). Ya que estas funciones están relacionadas con nervios que proceden de médula espinal (lumbar y sacra).
- El plexo cervical, el lóbulo y la parte ascendente del hélix, partiendo desde la cola. La zona inervada por él, refleja el cerebro, la médula espinal y los epitelios internos y externos.
Se observa de una manera bastante concreta, que en la superficie donde ejercen su influencia, representan las tres partes del cuerpo humano: cabeza, tronco y extremidades.
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